Así se encuentra
mi alma, así la siento, real, palpitante, dolorosamente viva.... no sé por dónde
empezar... ahora mismo me viene a la mente una canción de cuna entonada por
nuestras abuelas para envolver los espacios por donde presentían nos fracturarían
las hebras de la ternura… sabiduría legendaria podrían llamarla algunos...
Quizás deba
hacerlo desde el sssssssss... silencio, respeto, admiración y el espacio que
enmarca la circunferencia de un abrazo que buena falta me hace... de uno no, de
muchos abrazos que espanten la nostalgia que amenaza refugiarse en mí
alma. Tal vez sea necesaria una compañía desde el silencio, con un trago de
cocuy o un aguacero que no vendría mal... como dicen por ahí, el agua lava las
heridas… Aunque sería magnífico una carita feliz en las manos de esa amiga
diferente cuyo corazón late al mismo ritmo que el mío, cuya angustia se
comparte con la mía al calor de esta respuesta, o, desde un enrevesado arbusto
que se tejía y destejía en su pie, tal vez desde aquella clave de sol que ahora
mismo parece que necesitamos...
¿Cómo estar bien, de
alma, de espíritu, si tenemos atravesadas tantas mareas en lo más profundo de
nuestro ser; si tenemos rudos nudos en la garganta que amenazan con estallar en
lágrimas?... ¿O es que acaso es el precio con el que suelen facturarse las
corduras anudadas a los papagayos de un mundo mejor?
Definitivamente, la
tristeza no sabe de redundancias, solo sabe de sentir y si te quedas en
silencio hasta logras escuchar… ¡Sí!... escuchar, los latidos del corazón por
ejemplo, los ecos del silencio, los llantos sin rostros añorando ese mundo
mejor posible.
Como dice una
amiga, hacen falta más Quijotes en estos tiempos que luchen contra tantos
molinos de viento que parecen amenazados por grandes turbulencias, eso los hace
más agresivos y es cuando un escudero, un Sancho Panza debe llegar al auxilio
para evocar juntos: ¿Quién dijo que todo está perdido?, y entonces avanzar
rápidamente hacia el horizonte, en búsqueda de esa hermosa luz que nos irradia
cada milímetro del cuerpo, del ser y hasta del parecer, tan intensa que
calienta el alma, con una llama tan fuerte que si está rota la reconstruye.
Y así está mi alma
transparente, real, viva, satisfecha de saber que en algún lugar de la mancha,
del que yo sí quiero acordarme, en un pequeño punto del globo terráqueo, por
curvo o tenso que sea, hay alguien com-partiendo idénticas utopías
Miralys Viscalla
31/05/2016
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