martes, 31 de mayo de 2016

Fragmentos de mi alma


Así se encuentra mi alma, así la siento, real, palpitante, dolorosamente viva.... no sé por dónde empezar... ahora mismo me viene a la mente una canción de cuna entonada por nuestras abuelas para envolver los espacios por donde presentían nos fracturarían las hebras de la ternura… sabiduría legendaria podrían llamarla algunos...

Quizás deba hacerlo desde el sssssssss... silencio, respeto, admiración y el espacio que enmarca la circunferencia de un abrazo que buena falta me hace... de uno no, de muchos abrazos que espanten  la nostalgia que amenaza refugiarse en mí alma. Tal vez sea necesaria una compañía desde el silencio, con un trago de cocuy o un aguacero que no vendría mal... como dicen por ahí, el agua lava las heridas… Aunque sería magnífico una carita feliz en las manos de esa amiga diferente cuyo corazón late al mismo ritmo que el mío, cuya angustia se comparte con la mía al calor de esta respuesta, o, desde un enrevesado arbusto que se tejía y destejía en su pie, tal vez desde aquella clave de sol que ahora mismo parece que necesitamos...

¿Cómo estar bien, de alma, de espíritu, si tenemos atravesadas tantas mareas en lo más profundo de nuestro ser; si tenemos rudos nudos en la garganta que amenazan con estallar en lágrimas?... ¿O es que acaso es el precio con el que suelen facturarse las corduras anudadas a los papagayos de un mundo mejor?

Definitivamente, la tristeza no sabe de redundancias, solo sabe de sentir y si te quedas en silencio hasta logras escuchar… ¡Sí!... escuchar, los latidos del corazón por ejemplo, los ecos del silencio, los llantos sin rostros añorando ese mundo mejor posible.

Como dice una amiga, hacen falta más Quijotes en estos tiempos que luchen contra tantos molinos de viento que parecen amenazados por grandes turbulencias, eso los hace más agresivos y es cuando un escudero, un Sancho Panza debe llegar al auxilio para evocar juntos: ¿Quién dijo que todo está perdido?, y entonces avanzar rápidamente hacia el horizonte, en búsqueda de esa hermosa luz que nos irradia cada milímetro del cuerpo, del ser y hasta del parecer, tan intensa que calienta el alma, con una llama tan fuerte que si está rota la reconstruye.

Y así está mi alma transparente, real, viva, satisfecha de saber que en algún lugar de la mancha, del que yo sí quiero acordarme, en un pequeño punto del globo terráqueo, por curvo o tenso que sea, hay alguien com-partiendo idénticas utopías



Miralys Viscalla

31/05/2016

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